A partir de ahora, nos centraremos en el concepto de amor romántico. Característico de relaciones de pareja y cuyo origen está ligado a la corriente romántica de los siglos XVIII y XIX.
Los pilares sobre los que se sustenta el amor romántico son la idealización del otro y el compromiso para un futuro mutuo. Las características que rigen al amor romántico son, entre otras:
Entrega total a la otra persona. | Pensar que es imposible volver a sentir con la misma intensidad. |
Tiene un inicio súbito (“amor a primera vista”). | Desesperación ante la idea de pérdida o abandono de la otra persona. |
Renuncia a los propios deseos en favor de los de la otra persona. | Compartir todo con la otra persona. |
Experimentar fuertes sensaciones de felicidad o de sufrimiento. | Idealizar a la otra persona sin ver ningún defecto en ella. |
Justificar y perdonar cualquier conducta en nombre del amor. | Desesperación ante la idea de pérdida o abandono de la otra persona. |
El amor en su concepción amplia tiene una base biológica así como cultural, mientras que lo que conocemos como amor romántico es un constructo sociocultural propio de occidente. Hablamos de sociedades en las que la familia tiene un gran peso (sociedades familistas) y cuya base resulta en el matrimonio entre dos personas fruto de la existencia de un amor romántico entre ambas.
Desde que nacemos y comenzamos a vivir en sociedad, nos impregnamos de normas sociales y culturales que nos determinan cómo ha de ser el amor, cómo debemos de vivir el amor, de quién debemos enamorarnos o no, etc. Todas estas influencias se incrementan a través de los medios de comunicación y establecen cómo ha de ser el rol del hombre y cómo ha de ser el rol de la mujer en el amor. Ahondan en las mujeres, al dotarlas de un papel pasivo y dependiente por el que tienen que ser conquistadas por un caballero que representará siempre el ideal del amor romántico, lo que las coloca en una situación de inferioridad y vulnerabilidad, mientras que al hombre lo pone en una posición de autoridad, fortaleza e independencia.
Tradicionalmente se ha caracterizado a la mujer a nivel social con la función de encontrar al marido ideal para así formar una familia y cuidarla. De esta forma, este cometido entra dentro de las obligaciones que supone ser mujer, no llevando una vida plena si esto no se consigue.
Todo esto ha ayudado a normalizar a lo largo de la historia la violencia ejercida contra las mujeres dentro de las relaciones de pareja. Cualquier tipo de violencia contra una mujer puede ser justificada por el hecho de que sea medio para conservar ese amor romántico y que ayude a que dicha mujer consiga y mantenga la principal función que le ha sido atribuida en la sociedad: amar y cuidar.