Además, de las consecuencias directas de la sexualización infantil, existen otros peligros que están siempre presentes.
- El primer riesgo principal, que puede tener un fuerte impacto en el desarrollo de la identidad y la personalidad de los menores, es la transición prematura hacia la vida adulta. Los menores asumen roles para los cuales no están psicológicamente preparados y no logran comprender completamente. Esta prematura madurez afecta directamente la autoestima de los menores, quienes podrían convertirse en adultos inseguros, susceptibles y manipulables. Además, al enfocarse excesivamente en el aspecto físico, se descuidan otros aspectos relacionados con el desarrollo de la identidad, lo que también puede resultar en adultos crónicamente inmaduros.
- Se ha generado un riesgo significativo que impacta principalmente a las niñas: la internalización de la idea de que el ideal femenino es ser un objeto sexual pasivo, lo que despoja a la mujer de su agencia y autonomía. Como resultado, continúan perpetuando numerosos estereotipos sexistas que contribuyen a mantener y agravar los problemas de violencia de género y desigualdad. Las consecuencias de este patrón de hipersexualización pueden ser muy graves, tanto a nivel individual como social: la construcción de la identidad personal y la autoestima se basan en gran medida en la imagen y la apariencia física. Los niños y niñas aprenden a valorarse a sí mismos en función de su atractivo físico, el cual está determinado por los medios y frecuentemente se ajusta a estándares poco realistas y poco saludables que no reconocen ni valoran la diversidad humana. Como resultado, la autoestima se fundamenta en valores superficiales y distorsionados, en ideales inalcanzables, efímeros y poco realistas. Las consecuencias en el desarrollo de las niñas y niños son devastadoras: se está creando una generación de personas, especialmente mujeres, que son frágiles, vulnerables y carecen de autoestima.

- La constante lucha interna en busca de un ideal es una batalla sin fin. En muchos casos, esta lucha se convierte en una confrontación contra las leyes físicas y biológicas fundamentales, lo que lleva a estas personas a experimentar una frustración crónica al no alcanzar el ideal social impuesto. Sin embargo, las consecuencias van más allá: el modelo de mujer que se promueve implícitamente es el de un objeto sexual, lo que despoja a la mujer de su humanidad y la convierte en un mero objeto de deseo. Esto perpetúa y refuerza estereotipos de género sexistas profundamente arraigados, lo que resulta en una problemática grave y trágica. Al obligar a las niñas a adoptar roles para los cuales no están preparadas, se altera su desarrollo de manera significativa. Las consecuencias son devastadoras: baja autoestima, fragilidad, vulnerabilidad y la aparición de trastornos psicológicos graves como los trastornos alimentarios, la depresión y la ansiedad, entre otros.